25/6/13

VA - Conjuntos con clase vs Canudinho!


Solamente iba a ser un juego, una manera de darle un respiro al maldito y rutinario post del día. Fue idea de Iván hacerlo, hey bró ¿por qué no armamos unos compilados e intercambiamos post? Me propuso. A mí me pareció bien. Pero soy un muchacho de naturaleza aventurera y pasionaria, cuando Iván me hizo la propuesta no me pude resistir y redoblé la idea: ¿Qué te parece si en la entrada abrimos una encuesta para que voten los discos? Así, en plan de ver cuál es el mejor. No sé, me contestó mi bróder, tal vez se genere cierta competencia entre los blogs. Es justamente eso lo que pretendo. Nadie nos paga nada por este trabajo ¿Cierto? Cierto concordó Iván. Lo que a mí me pinta es para satisfacción propia y personal.
Así acordamos.
Así hicimos.
Los post fueron muy bien, los discos se escucharon mucho. En cuanto a las encuestas, Iván resultó ganador. A la gente le gustó más su disco. A mí me dolió el resultado, no voy a mentir. De hecho, no he
vuelto a comunicarme con Iván desde entonces. No sé por qué, pero siento que ya no es lo mismo. He pensado en las razones por las que perdí. La verdad traté de hacer un disco novedoso, plagado de mixturas diversas pero con un eje temático articulador claro y obvio: la fuerza rockera ungida en alcohol y depresión. Tal vez ahí radique mi error: soy un tipo de tendencias románticas y melancólicas, más cercano al reviente patético del tango que al festivo optimismo pop. Pero el mundo no uniforme, la gente no es igual. Debería creerlo porque lo hablo todos los días. Sin embargo, una cosa es la palabra, lo que emito desde una reflexión consciente y otra cosa lo que mis sentidos sentencian ante lo tangible real.
Pasé largos días en la cama, echado el cuerpo en continua reflexión. No era la primera vez que algo así me pasaba. El golpe más duro lo tuve cuando publiqué mi libro de relatos infantiles “No hay pájaros en el Averno”. Pensé que estaba en la cúspide, que a partir de entonces solo debía girar picaportes. Pero no fue así. Pronto me golpeó la verdad: soy otro mediocre escritor más. Con algo de entendimiento pero fundado en la voluntad. Voluntad que cuesta fomentar.   
Entonces me dediqué al blog. Cambié el discurso. Busque algo más espontáneo y visceral. Quería otra voz. Entonces me inventé garagero. Abrí Garagelatino y volví a escribir.
De a poco el discurso fresco y novedoso tornó constante.
Empecé a componer compilados que llenaran el vacío intelectual. Porque solo se justifican en las sensaciones, en lo más puro e instintivo del ser: Qué me produce la melodía, la letra o la actitud.  Al principio fueron muy buenos. La gente los comentó con mucho entusiasmo. Y otra vez me subí a la cúspide.
Y de ahí, tal vez, mi desafío a Iván.
Me creí mejor.
Y la realidad otra vez, enrostrando la obviedad. Velada para mí por lo visto.
Ahora tampoco quiero hacer compilados. Siento que solo son una forma de perder el tiempo y que de nada sirven si la gente no los va a escuchar.
A veces pienso que, tal vez, todo lo que pasa está en mí, no en la calle. Que las puertas no se cierran, que las puertas las cierro yo. Y con llave y doble vuelta. Pero no sé. Hago lo posible por seguir. Tal vez debería buscar ayuda.
Así estoy.
Entre el tiempo que corre y la decisión que huye.
Así estoy con el miedo que me come.        
Pero eso no quita que vosotros disfruten del buen rock and roll de Canudinho, del mejor y más variado espesor de Conjuntos con Clase preparado por mi Bró